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El enviador de gruas

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Inicio Tras cuatro años de experiencia en este sector como “enviador de gruas” llega un momento en el que es necesario hacer un recuento de casos y sacar unas conclusiones generales acerca de este oficio en el que cinco millones de personas han pasado por mis manos. Si, cinco millones ni más ni menos, cinco millones en manos de unas cuarenta personas entre los diferentes turnos y horarios.

En primer lugar decir que este no es el trabajo de mis sueños, ni de los míos ni de mis compañeros licenciados en derecho, psicología, biología o físicas. Todos formamos parte de la llamada “generación mejor preparada de la historia de España” y bajo esta condición no encontramos un trabajo mejor (porque no existe o no tenemos los contactos necesarios) y nos dedicamos a sentarnos durante 8 horas ante un teléfono y un monitor de ordenador a recibir llamadas.

En nuestros convenios se nos llama gestores pero no dejamos por eso de ser teleoperadores pues lo importante no es la gente sino el volumen de llamadas. Nuestra jornada comienza cuando nos sentamos ante el ordenador y conectamos el teléfono, acto seguido empieza a sonar el teléfono teniendo cinco segundos para contestar.

Toda España está ante nosotros a cambio de un salario anual de 10000 euros y una jornada de lunes a domingo incluyendo fiestas de “guardar”. Por nuestras manos puede pasar cualquiera, desde el directivo y jefe de empresa con su BMW hasta el currito de Móstoles con su SEAT Ibiza pasando por el marroquí con su RENAULT 19, pero lo importante es que en esto de la asistencia en carretera no existen diferencias socioeconómicas pues las coberturas son iguales para tod@s independientemente del coche o el tipo de seguro que se tenga.

Aunque bueno, las diferencias siguen existiendo y sino que se lo pregunten al arzobispo de Toledo de hace unos años que se quedó averiado en Ávila con junta de culata quemada y que teniendo un seguro que le cubría 100 km hizo uso de su teléfono para obligar a que le cubrieran 500.

En esto de la existencia se pueden encontrar experiencias graciosas como la del señor que se creé que estás en su pueblo y que para darte la dirección te dice que está “en la curva donde el puticlub de la Tomasa” pero lo realmente bueno es que se aprende geografía de los pueblos de España. Tras un tiempo en esto aún te sorprende ver alguna vez la tele y observar como Nuria Roca se enorgullece de no saber donde está Bollullos del Condado; moraleja: que se venga a mandar unas grúas.

Los clientes (ya les digo, cinco millones) se dividen en varias clases: aquellos nerviosos y asustados que no saben de que va esto y ante los que tienes que mostrar tu mayor grado de paciencia; aquellos arrogantes y chulescos que han pasado por esta experiencia antes y se creen que se las saben todas; y aquellos pasivos que no saben o no contestan y que lo único que saben es que cogieron su coche en Madrid con dirección Barcelona y que se han averiado pero no saben en donde.

3 comentarios

javitall -

Hola Lydia.
Aunque no puedo dar el nombre (nos obligan a firmar una clausula de "fidelidad") te diré que estas experiencias se deben a mis estancia en la principal aseguradora española y la principal alemana.
Seguramente habremos hablado y la verdad es que se agradece. ¿Desde dónde escribes?

Lydia -

Hola Javier. Acabo de descubrir tu blog; es cierto, su embriagador título me ha llamado la atención. ;)
He entrado y he estado leyendo tus artículos.
Al final me decido a escribirte. No sé para que aseguradora trabajas pero quizá hayamos hablado antes. Siempre me pregunté quien estaría al otro lado del teléfono: yo "soy" una de esas grúas que tú envías.
Un saludo.

El especialista en la realidad -

Enhorabuena Javier, me alegro de que te hayas decidido a alumbrar tu propio espacio en internet y que desde él nos narres todas las visicitudes de lo que puede acontecerle a un "enviador de gruas" en este postoncedeseptiembre.

Entiendo tu rabia, creo que muy similar a la mía, de estar en una coyuntura en la que uno se le niega una vida digna y encima se le embauca con todo tipo de promesas y tonterías (con el fin de que asienta y se esté calladito y lo más quieto posible).

Adelante con esa rabia, pero que no te ahogue, hay mucho por hacer; pese a todo.

Un abrazo.